Descubrirse en pareja – Descubriendo el Amazonas
Al descubrir un lugar nuevo y volvernos parte de él, nos redescubrimos ,y por ende, también a quien nos complementa. Y todo esto se intensifica aún más cuando el viaje se realiza a un sitio como lo es el Amazonas. Pulmón y corazón terrestre, un verdadero núcleo vital.
Ni mi marido ni yo habíamos estado antes en un lugar semejante. La selva amazónica es el bosque tropical más grande del planeta y, así, una de las pocas porciones del mundo que no cae bajo control del hombre. La ley y el ritmo de la naturaleza se imponen impidiendo nuestra dominación, pero permitiendo nuestra integración.
Llevamos a cabo un tour amazónico de cinco días. Imagina adentrarte con tu pareja en un territorio que acuna una diversidad animal que incluye desde monos y jaguares hasta tortugas, serpientes y aves de todo tipo.
Imagina poder contemplar de cerca y ser parte de la magia que rodea al famoso delfín rosado, especie autóctona, mitologizada por los locales y endémica de la selva amazónica.
Imagina por último, encontrarte remando con tu pareja por las aguas en medio de la jungla y poder vislumbrar juntos un guacamayo o un tucán.
Los días se estiraban en el infinito y la percepción del tiempo se perdía. La respiración propia se confundía con la respiración del bosque, mezclándonos con él y volviéndonos parte de él.
Ahora bien, además de la aparentemente infinita variedad de animales, la selva amazónica está conformada por una diversidad de plantas aún mayor, a tal punto que hay una gran cantidad de ellas sin clasificar. En una de las excursiones, nuestro guía local, un auténtico #HijoDeLaSelva, se tomó el trabajo de enseñarnos aquellas más relevantes para su pueblo, y lo que me sorprendió es que ¡tantas tuviesen aptitudes medicinales!
Fue este un viaje de vuelta a la tierra, de vuelta al centro, de vuelta al origen. Una convivencia silenciosa con un universo profundamente verde que promete cautivar. La selva recibe y hospeda a quien crea capaz de sintonizar su misma frecuencia y se deje llevar por todo lo que ella tiene para mostrar y enseñar. Y nosotros nos dejamos llevar, expectantes de lo que la selva nos guardaba.
Más que unas vacaciones, más que una visita, fue una experiencia que nos devolvió revolucionados. La gente de Amazon Jungle Trips nos acogió y convirtió en parte de su tribu, pasamos nosotros también a ser #HijosDeLaSelva, porque entendimos que la única manera de conocerla… es volviéndose parte de ella. Siguiendo y respetando sus formas.
Es justamente por ello que sus instalaciones están ecológicamente establecidas y sus actividades, conscientemente programadas. Los albergues estaban ubicados en medio de la selva, y se podía sentir y ver, por la manera en que se manejaban, que su vínculo con ella era armonioso, lo que hacía que nuestro vínculo también lo fuera.
Nuestro sentimiento de pertenencia no se cortaba al regresar de una excursión, sino que se sostenía gracias a los espacios acondicionados en función de ese fin, la convivencia con los #HijosDeLaSelva y los sabores de la comida autóctona que nos fue ofrecida. Asi también, en la intimidad que pudimos encontrar en nuestra posada.
Todo el viaje, de principio a fin, estaba armado y preparado para asegurar nuestra más plena experimentación de la selva amazónica, sin obstáculos, sin preocupaciones. Comprobamos que es esencial poder confiar en el equipo que organiza la vivencia, porque brinda la tranquilidad necesaria para poder entregarse al lugar sin miramientos.
Los grupos de excursion eran pequeños, por lo que la atención era personalizada. Se nos informó que esto se debía también a buscar disminuir el impacto que se tenía sobre el ambiente.
Vivimos en carne propia la transformación espiritual que trae el habitar la Tierra, en un Silencio íntimo que nos redefine como seres humanos y en nuestro caso, nos despertó un sentimiento de profunda gratitud hacia la vida. Sentimiento que se reforzó al haberlo vivido juntos.
El staff estaba compuesto por locales, personas criadas en estrecha relación con la selva, nacidas y forjadas de su tierra y aguas. Como tales #HijosDeLaSelva, íntimos partícipes
de su sabiduría, por eso mismo también, los más capacitados para ofrecernos una experiencia nativa única.
Fue a mano suya que mi marido y yo pudimos penetrar y acceder no solo a los misterios ocultos detrás de cada especie animal y de cada planta, sino también a toda una comunidad indígena física y espiritualmente ligada a la selva. Su cultura, sus costumbres, sus alimentos y sus mitos contrastaban fuertemente con los nuestros.
Esto, lejos de generar distancia y desconocimiento, nos produjo una gran sensación de asombro y respeto, despertándonos una fuerte conciencia sobre la inmensidad de esta tierra, como así también, de la casi infinita variedad de estilos de vida que pueden desarrollar los hombres.
Volvimos a casa colmados por una renovada y más genuina empatía. Descubrir lo valioso en lo otro, nos permitió descubrir lo valioso en lo propio. Y así, a partir de la diferencia, pudimos encontrar la identificación y el punto de unión.
Nos perdimos y nos encontramos a nosotros mismos a la par que descubríamos la selva y nos perdíamos también en ella. He tenido pocas experiencias tan conmovedoras y revolucionarias. Volverse uno con la naturaleza implica volverse uno con todo lo que la conforma: todas las personas.
No hay dos viajes iguales, no hay dos experiencias repetidas. El infinito poder y sabiduría de la selva amazónica se repliega y despliega de manera absoluta, afectando a todos aquellos que osen visitarla, volviéndonos más humanos al volvernos más naturaleza.